El León de El Español Publicaciones S.A.
Los Galaxy S21 ya están disponibles en España y hemos pasado varias semanas jugando con ellos. Tras haber analizado el modelo más potente de los tres, llega el turno de probar al más pequeño y económico de la familia, un terminal con claros recortes pero con virtudes únicas también.
La primera impresión que me ha dado el Galaxy S21 es la de ser un móvil más grande y pesado, ya que recordaba al Galaxy S20 como un terminal más compacto y manejable. A pesar de tener la misma altura que el Galaxy S20 original, tenemos dos milímetros de ancho extra. La razón de ello se debe a que al no tener ningún tipo de curvatura en la pantalla manteniendo la misma superficie de pantalla, que continua siendo de 6,2 pulgadas, requiere un mayor ancho.
Otro cambio muy notorio está en el aumento del uso del aluminio. Pese a que el Galaxy S20 si que incluía marco de aluminio, la apuesta por las curvaturas de cristal y el diseño ultra ergonómico repercutían en un marco de tamaño muy reducido. El marco de aluminio aquí es más grueso, y aunque perdemos comodidad en el agarre, se compensa con una sensación más firme.
El aluminio tiene un segundo uso, y es que también cubre por completo el módulo de las cámaras, dándole ese aspecto tan diferencial, que quizás en fotografías no nos terminaba de convencer pero que en persona gana bastante. No solo sirve para dar más presencia a las cámaras, sino que además sirve para proteger las lentes al tener un grosor ligeramente superior. La gran superficie de aluminio, sin embargo, no aporta grandes molestias al controlar el móvil cuando lo tenemos sobre la mesa.
La parte trasera, más allá de la protuberancia de la cámara es muy sencilla, ofreciendo un plástico con acabado mate de muy buena calidad. Como ya mencionamos, la curvatura de los laterales no es demasiado pronunciada, aunque a nivel visual queda elegante como incide el reflejo de la luz.
Por último, en el marco derecho encontramos los botones de encendido y volumen. Están en una ubicación perfecta, accesible tanto para activar la cámara del móvil con el botón de encendido como para tomar capturas con el botón de volumen.
Samsung ha hecho importantes cambios en el Galaxy S21. En mayor o menor medida nos pueden parecer irrelevantes o llegar a ser un error fatal, pero están ahí y debemos reseñarnos.
Si hay un apartado en el que Samsung ha sabido demostrar un dominio claro frente a sus rivales es en las pantallas. Los móviles Samsung siempre tienen las mejores pantallas, y los únicos móviles capaces de competir con los Galaxy S utilizan paneles AMOLED fabricados por Samsung. La apuesta de este año, pese a ser de excelentísima calidad, si que nos resulta un tanto curiosa.
Samsung comenzó con las pantallas Edge por 2014 con el Samsung Galaxy Note Edge, y poco después llegarían a la gama S con el Galaxy S6 Edge. Con los S8 Samsung eliminó el apellido Edge, integrando pantallas curvas en todos los Galaxy S premium. Hemos tenido excepciones como los Galaxy S10e, S10 Lite y S20 FE, y parece que cada vez menos modelos de Samsung incorporarán los bordes curvados.
¿Es un problema? Pues según a quien preguntes, puede ser una buena o mala elección. En los primeros años, las pantallas Edge de Samsung eran un elemento exclusivo y distintivo, aunque en la actualidad es frecuente verlas en prácticamente cualquier móvil Android de alta gama. Más allá de la estética, no aportan nada a nivel práctico y para muchos usuarios es una incomodidad.
Samsung ha querido ser pragmática y ha eliminado las curvas de los S21 y S21+. Si para ti era un valor añadido te resultará un paso atrás, mientras que odias este tipo de pantallas (me incluyo en este grupo) te parecerá una decisión sensata.
A nivel de calidad del panel, no hay mucho que decir, más allá de que en el calibrado de colores Samsung sigue persiguiendo un mejor grado de naturalidad en sus pantallas Super AMOLED. Todos los años mejoran en este aspecto, y el modo de color Natural en este panel es una gozada para los que disfrutan de los colores realistas. Si prefieres colores intensos, el modo de color Intenso sigue siendo sobresaliente y aprovecha al máximo la virtud de las pantallas Super AMOLED.
Hay más pequeños detalles sobre la pantalla, como el cambio de resolución. Los Galaxy S dieron el salto a la resolución QHD en 2015 y en este sentido volver a FullHD puede parecer un paso atrás. No es tan dramático, porque ya en los S20 si querías disfrutar de la máxima fluidez te debías quedar en esta resolución, y dado que la prioridad para Samsung en este sentido se va al campo de la fluidez, han preferido ser conservadores para evitar que la batería caiga en picado.
Hablando de fluidez del panel, ya el año pasado vimos como los S20 estrenaban los 120 hercios, mostrando el doble de imágenes por segundo que una pantalla convencional. Este año el límite sigue estando en los 120 hercios, pero heredan una tecnología que ya vimos en los Galaxy Note 20 Ultra, y es una tasa de refresco adaptable. Esto significa que si el contenido puede ir a 120 hercios, irá a la máxima fluidez, mientras que si vemos un vídeo a 30 imágenes por segundo se reducirá automáticamente para consumir menor energía sin que nos demos cuenta.
Otra opción que nos ha gustado mucho es el modo de protección de la vista. Se trata de un filtro de luz azul que se va adaptando automáticamente en función de la hora del día. Una simple y efectiva evolución del filtro de luz azul.
A nivel de calidad de sonido las mejoras son más discretas. Diría que el nivel de volumen máximo sigue siendo el mismo que en las generaciones anteriores, pero el grado de distorsión es menor en los niveles más altos y el grado de retumbe en la parte trasera es mínimo en comparación a años anteriores. En cuanto a auriculares, Samsung ya no incluye los AKG que lleva años incluyendo, algo que es un paso atrás.
Uno de los aspectos más polémicos de Samsung durante 2020 estuvo relacionado con el procesador de estos. Si bien el Exynos 990 era el mejor chip lanzado por la compañía, el trabajo de Qualcomm con los Snapdragon 865 dejó una diferencia de rendimiento y eficiencia que fue evidente para muchos. Samsung no ha tirado la toalla con el diseño de procesadores propios, y el Exynos 2100 es un ejemplo de que la compañía puede hacer un buque insignia excepcional sin depender de Qualcomm, algo de lo que sólo Huawei, Apple y Samsung pueden presumir.
Se trata de un procesador fabricado en la litografía de 5 nanómetros que utiliza las últimas arquitecturas estándar de ARM, los Cortex X1, Cortex A78 y gráficos Mali G78 con 14 núcleos gráficos. El chip es especialmente potente y todo va a la máxima velocidad posible. Salvo juegos no optimizados, todo funciona a una fluidez excepcional. No hay sorpresa en este sentido, ya que un móvil de este precio debería ofrecer estas cotas de rendimiento, pero nunca está de más recordarlo. Un año más, las pruebas parecen mostrar que sigue un escalón por debajo del Snapdragon 888, pero en las comparativas también está resultando ser un procesador más fresco y eficiente.
La mayor mejora, en cambio, la hemos notado en el rendimiento sostenido, y es que el aumento de eficiencia ha repercutido en que podamos disfrutar del terminal con menor calor emitido y consumo de batería, del que hablaremos más tarde.
En cuanto a conectividad, las únicas ausencias son el jack de auriculares y puerto infrarrojos. Contamos con redes móviles 5G en todos los modelos, Wi-Fi 6. Destaca también la llegada de la conectividad UWB, presente únicamente en los modelos Plus y Ultra. Un pequeño recorte cuya única justificación es que gastes más dinero en sus hermanos de mayor tamaño y precio.
Uno de los aspectos que menos nos convencieron de los Galaxy S20 era su autonomía. El procesador Exynos 990, el salto al 5G y las pantallas a 120 Hz hicieron estragos sobre los móviles de Samsung, y parece que este año tenemos algo superior. ¿Cuánto? pues aproximadamente un par de horas de uso extra.
Sin renunciar a nada, lo habitual ha sido que la autonomía pase de las 5-6 horas de pantalla al día, extendiéndose a unas 7:30 si bajábamos la tasa de refresco a 60 hercios. Las cifras no son las más altas del mercado, pero dado su tamaño reducido no están nada mal. A nivel personal no me ha supuesto ningún problema, ya que en mi uso personal suelo usar el móvil unas 4 horas al día y cargarlo por las noches y conseguir más autonomía habría supuesto subir el peso y hacer que fuese incómodo de manejar.
El consumo en batería en reposo o escuchando música bluetooth me ha sorprendido y es muy reducido, siendo uno de los aspectos más destacable.
La tecnología de carga que incorporan los Galaxy S21 es muy completa, pero poco a poco se ha ido quedando atrás respecto a sus rivales. Más allá de la no inclusión del cargador, Samsung ha limitado la carga máxima por cable a 25 W, que no solo se queda atrás de sus rivales, sino de móviles de la propia Samsung (el Note 10+ soporta hasta 45 W). La carga inalámbrica tampoco sorprende.
Algo que si nos gusta de Samsung es que tanto en la carga por cable como en la inalámbrica podemos limitarlas manualmente para cargar lento el móvil y que se desgaste menos la batería. Ideal si lo cargas de noche.
Mi historia con el software de Samsung desde hace años ha estado muy polarizada, y es que tanto Touchwiz como Samsung Experience han sido capas que no me gustaban para nada, mientras que One UI se ha convertido en una de mis capas de personalización preferidas. En esta ocasión tenemos One UI 3.1, basado en Android 11, la última versión del sistema operativo.
El sistema de notificaciones es uno de los puntos más potentes de Android 11, y Samsung ha hecho un gran trabajo. Tenemos las conversaciones flotantes nativas de Android 11, aunque si lo preferimos tenemos un sistema de notificaciones más discreto que al deslizar hacia abajo despliega una ventana de la aplicación con la tecnología de ventanas flotantes que durante años ha destacado en la capa de Samsung.
Tenemos acceso a todas las funciones de Android 11 con una pequeña excepción, y es que el menú domótico no se encuentra al mantener pulsado el botón de encendido (con este botón, activaremos Bixby). Sin embargo, podemos acceder a él desde el panel de ajustes rápidos, pudiendo controlar cualquier dispositivo domótico de aplicaciones que estén preparadas para el nuevo sistema, como SmartThings, Google Home o Xiaomi Home.
Dentro de los ajustes rápidos encontramos también otras cuantas funciones llamativas, siendo algunas de la capa de Samsung, otras específicas de estos móviles y algunas que son estándares en Android pero no están disponibles en todos los móviles:
Tenemos Google Discover en la pantalla de inicio, algo que pedíamos al launcher de Samsung desde hace años. Si lo prefieres, también puedes seleccionar Samsung Free, que ofrece una sección de noticias escogidas por UpDay. Samsung Free me ha gustado más que Discover, pero para qué quedarnos con uno si tenemos la posibilidad de elegir cual preferimos.
Entre el uso de tecnologías que nos gustan de la gama alta de Samsung, es importante destacar Samsung DeX. Esta herramienta nos permite utilizar la interfaz de escritorio de nuestro móvil, ya sea en un monitor conectando un Hub USB, de forma inalámbrica en televisiones o directamente desde nuestro ordenador. A nivel personal es un gran añadido que suelo valorar mucho en Samsung, y es que con un Hub al que conectes monitor, teclado y ratón puedes convertir tu móvil en un ordenador para navegación web, escribir correos, editar fotografía y vídeo y hasta jugar a videojuegos en streaming gracias a Stadia o Google Now.
Otro aspecto muy llamativo de One UI es la posibilidad de editar el orden de los modos de la cámara, una opción que poco a poco aparece en cada vez más capas de personalización y que nos encanta al permitirnos dejar la aplicación de cámara a nuestro gusto.
Rutinas de Bixby es lo mejor del asistente de Samsung. Podemos personalizar entre decenas de opciones para crear automatizaciones muy chulas, como por ejemplo, activar el modo no molestar automáticamente si estamos en la ubicación de nuestro puesto de trabajo.
En términos de personalización, no podemos olvidarnos de Good Lock. Esta aplicación, disponible en la Galaxy Store, nos da acceso a toda clase de experimentos en los que Samsung trabaja. Algunos de estos módulos terminan formando parte del sistema con el tiempo, y
A nivel de cámaras, tenemos las siguiente configuración de cámaras de la generación anterior, lo que en un primer momento lo sentimos como decepcionante. A nivel de características, apreciamos la siguiente configuración de sensores:
¿Significa esto que vayamos a conseguir los mismos resultados que en la generación anterior? No debería, ya que al haber mejorado mucho la tecnología del procesador, el software es capaz de conseguir mejores resultados con el procesado de los sensores. No obstante, esperábamos que Samsung diese un paso al frente incorporando su potentísimo sensor de 108 Mpx en toda la gama. Son muchas las mejoras que el S21 Ultra tiene frente a los modelos convencionales, y sería justo que todos los modelos contasen con la misma experiencia con la cámara principal.
Pese a nuestras críticas hacia los sensores, nos encontramos con una combinación de sensores muy competente, y es que las tres cámaras son sensores de gran calidad. Ya sea en fotografía tradicional como en captura ultra gran angular, nos encontramos con una experiencia fotográfica muy sólida. Los resultados ofrecen buena fidelidad en los colores y rango dinámico, haciendo que sea una cámara fiable que no nos falla.
Una de las mejoras más importantes en el procesamiento de los algoritmos está en el modo retrato. Samsung presume del uso de IA para segmentar y conseguir un rango de profundidad más preciso. Una prueba despeinándome a propósito sirve como muestra de lo acertado que está con los pelos llegando a un grado de precisión excepcional.
El tercer sensor trasero es un tanto extraño. Se trata de una cámara de 64 Mpx que es utilizada para tomar fotografías con el zoom de 3 aumentos. Sin embargo, este zoom es tomado por software y no óptico, pudiendo conseguir 3 aumentos sin pérdida de calidad y hasta 30 aumentos, aquí si, con una pérdida notable de calidad.
Este sensor de 64 Mpx podemos utilizarlo también sin zoom, seleccionando en la relación de aspecto 4:3 de 64 Mpx. Las fotografías de 64 Mpx consiguen mayor nivel de detalle, pero en cambio pierden el buen rango dinámico del sensor principal de 12 Mpx. Desde nuestra perspectiva, recomendamos el uso de fotografía a 64 Mpx únicamente en condiciones de luz idónea. Ambos cuentan con estabilización óptica OIS.
Un ejemplo de mejora con el software lo vemos en la cámara principal. Pese que a sigue siendo el mismo sensor de 10 Mpx, la diferencia del procesado explota muchísimo mejor las capacidades de la cámara. A nivel de fotografía frontal, el Galaxy S21 nos gusta bastante, y los resultados convencen.
En cuanto a grabación de vídeo, contamos con una excelente grabación en 4K a 60 imágenes por segundo, compatible con el sensor principal y el ultra gran angular. También tenemos 8K a 24 imágenes por segundo, pero sigue siendo una tecnología demasiado exigente para la tecnología actual y además la realiza con el sensor de 64 Mpx, por lo que en términos de calidad tampoco supone una gran mejora como en la variante ultra.
Entre los extras de grabación de vídeo, contamos con grabación de vídeo súper estable a 60 imágenes por segundo en calidad FullHD, las habituales grabaciones en cámara lenta y ultra cámara lenta (que en este sentido, el sensor de 12 Mpx con DRAM consigue mejores resultados que el modelo ultra), un modo de grabación de vídeo profesional que nos permite utilizar micrófonos externos por USB y Bluetooth (además de modificar el resto de parámetros manualmente) y un nuevo modo llamado director, que te permite grabar de forma simultánea con la cámara trasera y frontal.
El Galaxy S21 está posicionado en un punto muy extraño. Ofrece una experiencia premium en casi todos los sentidos, pero no da lo máximo que Samsung puede ofrecer. Es una situación extraña, porque si bien los recortes siguen una coherencia respecto a la reducción de precios, el uso del 5G sigue suponiendo un coste adicional que hace que la compañía haya tenido que hacer concesiones en reducciones de costes. Las concesiones son pequeñas, pero son tantas que son notorias y su precio las evidencia aún más. Sí, es el más barato, pero 849 euros sigue siendo un dineral.
Pese a todo ello, si busques un móvil que no sea demasiado grande y ofrezca una experiencia de gama alta, el Galaxy S21 es un móvil de altísima calidad que no nos va a decepcionar. Siempre que no nos afecte cualquiera de las evidentes renuncias que Samsung ha hecho, por supuesto. El tamaño manejable sin compromisos es su mayor baza.
El mayor rival de este móvil está en casa, y es que por varios cientos de euros menos tienes el Galaxy S20 FE 5G. El S20 FE es peor equipo y las renuncias son más evidentes, pero al menos aquí el ahorro es de cientos de euros y te da para comprar un Galaxy Watch Active 2 o unos Galaxy Buds Pro.
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