Una de las mejores organizaciones en la historia del béisbol de las Grandes Ligas lleva 4 años desarrollando el talento de un joven pitcher cubano que pudiera colarse en la rotación de pitcheo del club este verano.
Los Cardenales de San Luis están muy contentos con el desempeño del joven cubano Johan Oviedo, que a la tierna edad de 22 años ha impresionado a varios con su brazo derecho en esta pretemporada, y más de uno apostaría que se unirá al equipo en el algún momento dado durante el transcurso de esta campaña.
Es una “tormenta perfecta” que pudiera beneficiar tremendamente al joven serpentinero cubano y catapultarlo a la máxima cima del béisbol profesional, aunque no esté 100% listo.
¿Cuál es la “tormenta perfecta”? Todo comenzó con el COVID-19 y la temporada de MLB que NO arrancó a tiempo a finales de marzo, la misma temporada que ahora está luchando por arrancar esta semana.
Como parte del convenido post-coronavirus, cada equipo de las Grandes Ligas podrá comenzar la temporada regular con 30 peloteros en su roster en vez de los acostumbrados 25, aunque este año el roster se expandió a 26, siguen siendo 4 peloteros más en la planilla, y de esos 4 jugadores adicionales, 2 o 3 serán lanzadores.
Nacido en la capital cubana en marzo de 1998, Oviedo es un serpentinero abridor derecho de apenas 22 años de edad que mide 6 pies 5 pulgadas, pesa 245 libras y lanza una recta consistente entre 94 y 98 millas por hora, velocidad medida por el radar.
El año pasado Oviedo fue el líder de las ligas menores de la organización de las Cardenales de San Luis con 167 bateadores ponchados, aunque también fue el líder en boletos regalados con 73.
En estos 4 años que ha lanzado para varias sucursales y en varias categorías con los Cardenales el joven derecho cubano ha sido uno de los serpentineros que ha visto más acción en todo el béisbol de las ligas menores.
Sus numeritos: 26 victorias, 22 derrotas, efectividad de 4.36 en 356 entradas lanzadas donde le han conectado 351 imparables ha ponchado a 380 bateadores. Pero, y siempre hay un pero, el talón de Aquiles de Oviedo: 197 bases por bolas otorgadas y aunque los Cardenales están trabajando mucho con él para que no regale tantos boletos, si hay una cosa que lo mantendría fuera de la rotación de pitcheo del San Luis este verano, sería justamente eso.
El joven serpentinero habanero, que hace solo dos meses se estaba preparando en Cuba, podría beneficiarse justamente del contexto de la pandemia con la oportunidad de alcanzar su máximo sueño, que es lanzar en el béisbol de las Grandes Ligas.
Con una temporada reducida, con un cuerpo de pitcheo débil y con el roster expendido a 30 peloteros para comenzar la temporada regular el 23 de julio, el COVID-19, queriendo o sin querer, le ha dado a Johan Oviedo, en bandeja de plata, la oportunidad de unirse en algún momento dado al cuerpo de pitcheo de los Cardenales de San Luis.
No te pierdas lo mejor del béisbol de las Grandes Ligas, y cualquier cosa que haga el pitcher cubano Johan Oviedo, en tu resumen deportivo AL DURO Y SIN GUANTES, de 7:00 a 8:00 pm, y su repetición a la medianoche, por Radio Martí, y en nuestra página digital: RadioTelevisiónMartí.com.
Japón derrotó 3-2 a Estados Unidos en un electrizante partido que tuvo un final digno de una película de Hollywood y se coronó campeón de la quinta edición del WBC.
Shohei Ohtani, seleccionado a la postre Jugador Más Valioso del certamen, ponchó en cuenta de tres y dos a su compañero de los Angelinos de Los Angeles, Mike Trout, para el último out del encuentro, que se jugó ante 36,098 fanáticos en el loanDepot Park de Miami.
Tanto Ohtani, como Trout, fueron los capitanes y abanderados de sus respectivas selecciones y se vieron las caras frente a frente por primera vez en seis años que llevan compartiendo titulares en las Grandes Ligas.
El diestro nipón, que todo el mundo esperaba que fuera el abridor del choque decisivo, fue usado por el manager Hideki Kuriyama como cerrador en el noveno, mientras que Yu Darvish, el otro iniciador estelar con que contaba, salió a trabajar en el octavo episodio.
Por cierto, Darvish, quien integró la selección japonesa campeona en el WBC de 2009, se unió a sus compatriotas Ichiro Suzuki, Akinori Iwamura, Munenori Kawasaki, Norichika Aoki y Daisuke Matzusaka como los únicos bicampeones en estos eventos.
Para Japón fue su tercera corona en cinco ediciones y la primera vez que la gana de manera invicta, algo que sólo había logrado República Dominicana en la tercera versión, en 2013.
Cada WBC deja siempre la sensación de que fue mejor que el anterior, pero que es un evento que necesita mejorarse.
La asistencia global al evento superó los récords anteriores, ayudado, en parte, por un cambio de formato que amplió de 39 a 47 el número total de partidos.
Un millón 306 mil 414 fanáticos acudieron a los cuatro estadios donde se desarrollaron los partidos, en Taichung, Tokio, Phoenix y Miami, este último como sede principal, donde se registró una asistencia de 475,269.
Las concurrencias superan cada vez la marca del torneo anterior, muestra del interés creciente que despierta a nivel de todo el planeta el WBC, que en su versión inaugural de 2006 convocó a 740,451, en 2009 fueron 801,408, en 2013, llegó a 885,212 y en 2017 superó por primera vez el millón, con 1,086,220.
Uno de los puntos que deja mayor inconformidad entre fanáticos y especialistas es la composición de los grupos clasificatorios.
Mientras que tres de los grandes animadores históricos del concierto beisbolero mundial, República Dominicana, Venezuela y Puerto Rico, se despedazaron en el grupo D en Miami, Japón transitó cómodamente la llave B, en la que encontró rivales sin ninguna tradición, como China y la debutante República Checa, mientras que Cuba, que ganó la zona A en la que todos quedaron con 2-2, llegó a semifinales sin vencer a ningún oponente de peso, hasta caer por humillante paliza frente a Estados Unidos.
Los organizadores de las Grandes Ligas y la Confederación Mundial de Béisbol y softbol (WBSC) deberían para el 2026 establecer cuatro cabezas de grupo y sortear a los demás integrantes, como se hace en las Copas Mundiales de fútbol.
Hablando de Mundiales de fútbol, nadie imagina al club Paris Saint Germain pidiéndole a su astro Lionel Messi que se abstenga de participar en el evento con la selección argentina, para preservarse para la temporada en Francia.
Ese es el gran problema a resolver por los jerarcas del WBC.
Los equipos de Grandes Ligas no deberían poner objeción alguna para que sus jugadores que así lo deseen, representen a sus países.
Aunque oficialmente no pueden hacerlo, por debajo de la mesa, las franquicias “sugieren” a algunos peloteros no ir al Clásico y concentrarse en la preparación para la larga temporada que está a punto de comenzar, sobre todo a aquellos con historiales de lesiones y en los cuales, los equipos tienen comprometidos decenas de millones de dólares.
No son todos los que están, ni están todos los que son. Se extrañaron nombres como Vladimir Guerrero Junior, Carlos Correa y Aaron Judge, entre otras brillantes estrellas de la actualidad.
Las devastadoras lesiones sufridas durante el WBC por el cerrador puertorriqueño Edwin Díaz, de los Mets de Nueva York, y el segunda base venezolano José Altuve, de los Astros de Houston, vienen desde ya a encender las alarmas y a ponerle argumentos en la boca a los dueños y gerentes generales en el camino de los permisos para el certamen del 2026.
Altuve recibió un pelotazo en la mano derecha que lo mantendrá fuera de acción por al menos los dos primeros meses de la campaña del 2023, mientras que Díaz fue operado tras lesionarse los tendones de la rodilla y se perderá toda la temporada.
Pero las lesiones forman parte del juego y tal como puede ocurrir en el WBC, pasa a diario en los partidos de los entrenamientos primaverales.
Esta es la gran tarea a resolverse. Si el WBC es el evento supremo del béisbol al nivel mundial, todas las mayores estrellas que muestren compromiso con sus raíces nacionales, deben hacerlo sin obstáculos, ni presiones, por mucho dinero que tengan invertido las franquicias en sus jugadores.
A fin de cuentas, toda inversión implica un riesgo.
Cuando parecía que México protagonizaría la mayor sorpresa en la historia de los Clásicos Mundiales de Béisbol, Japón sacó de donde no había, para imponerse 6-5 en el final del noveno y avanzar por tercera vez a la final del certamen.
La selección nipona hizo buena la frase del gran filósofo del béisbol, el inmortal Yogi Berra, de que “el juego no se acaba, hasta que se acaba”, y luego de estar debajo casi siempre en la pizarra, logró darle vuelta a la pizarra a la hora de recoger los bates.
Los mexicanos estuvieron a tres outs de eliminar a los superfavoritos asiáticos, pero el fenomenal Shohei Ohtani encendió la chispa con doblete y los japoneses marcaron dos en el cierre del noveno, remolcadas por el antesalista Munetaka Murakami, para mantenerse como los únicos invictos en todo el torneo.
Ahora tratarán de completar ante Estados Unidos la hazaña que sólo logró República Dominicana en el 2013: ganarlo todo desde principio a fin, sin la sombra de un revés.
El duelo entre estadounidenses y nipones no será inédito. De hecho, este será el cuarto enfrentamiento entre ambas potencias.
Estados Unidos se impuso en dos de ellas, en el 2006 cuatro carreras por tres en segunda ronda, y en el 2017, 2-1, en semifinales.
Japón obtuvo su único triunfo sobre los norteamericanos en el 2009, 9-4, también en semifinales.
No hay en el roster japonés ningún jugador que haya formado parte de las selecciones campeonas del 2006 y 2009, mientras que Estados Unidos tiene a dos que ya estuvieron en el equipo que se coronó en el 2017.
Se trata del primera base Paul Goldschmidt y el antesalista Nolan Arenado, ambos compañeros en los Cardenales de San Luis.
Si el Team USA consigue su segunda corona en fila, Goldschmidt y Arenado se unirían a un exclusivísimo club de bicampeones, todos nipones, que integran Ichiro Suzuki, Akinori Iwamura, Munenori Kawasaki, Norichika Aoki y Daisuke Matzusaka, este último, seleccionado como Jugador Más Valioso en 2006 y 2009.
Otro que tiene oportunidad de convertirse en bicampeón es el lanzador japonés Yu Darvish, que integró el equipo de Japón en el 2009 y ahora regresa a la final.
Hideki Kuriyama, manager de Japón, sorprendió al anunciar al zurdo Shota Imanaga para abrir el encuentro decisivo, cuando todo el mundo pensaba que semejante honor y responsabilidad recaería en Ohtani, o en su defecto, en Darvish.
Imanaga apareció en dos partidos anteriores en este WBC, ambos como relevista. Trabajó en total cuatro episodios, en los que permitió una carrera y propinó cinco ponches.
En siete temporadas en la Liga Profesional de Japón, ha trabajado en 143 partidos y sólo en 24 de ellos ha sido el iniciador.
Por su parte, Mark DeRosa, mentor de Estados Unidos, le daría la pelota al derecho Merril Kelly, un veterano de 34 años, aunque con sólo cuatro campañas en las Mayores con los Diamondbacks de Arizona.
Kelly fue el abridor en la primera ronda ante Colombia. Lanzó tres capítulos y no le fue muy bien: dos limpias y cuatro hits, con dos bases por bolas y un ponche, aunque se fue sin decisión.
Capítulo aparte para la selección mexicana, que se robó los corazones de la fanaticada en el LoanDepot Park, bajo el liderazgo de Randy Arozarena, el Charro de Vueltabajo.
Tal como ocurrió en 1981 con Fernando Valenzuela, México vive hoy la “Randymanía” y en redes sociales ya se difunden imágenes de niños que, tras batear imparables, se paran en la base de brazos cruzados, con la pose que se ha vuelto el sello de Arozarena.
Ya es hora de que la prensa deportiva mexicana empiece a darle a los peloteros el lugar y respeto que merecen, siempre marginados a segundos planos por un fútbol estéril, que no le ha dado al país ni la mitad de los triunfos que el béisbol.
Iván Prieto, miembro de la selección cubana que participó en el Clásico Mundial de Béisbol, no se presentó este lunes al Aeropuerto Internacional de Miami para regresar a la isla. Prieto, receptor del equipo Granma en la Serie Nacional, y quien no formaba parte del roster de Cuba, sino que vino en funciones de cátcher de bullpen, permaneció en Miami tras abandonar el equipo, según dijo a Radio Televisión Martí el periodista de MLB Francys Romero. El fotógrafo japonés Yuhki Ohboshi, quien ha seguido al equipo cubano a lo largo de su participación en el WBC, informó en sus redes sociales que Prieto "permanece en Miami sin regresar a casa".
Nunca antes un cubano había abandonado la selección en las cuatro ediciones anteriores de los Clásicos Mundiales.
Prieto, de 26 años, jugó siete temporadas en Cuba, por lo que calificaría para firmar con cualquier organización de Grandes Ligas como agente libre sin restricciones. Ello significa que no estaría sujeto a restricciones del mercado como agente libre internacional, categoría para la que los diferentes equipos tienen dineros limitados. En la última campaña nacional, bateó para .317 de average, con seis jonrones y 38 carreras impulsadas en 249 turnos. De por vida, promedia para .291, con 13 bambinazos y 108 remolcadas.
Al final, todo era un espejismo. Hablando en términos boxísticos, la selección cubana no aguantó ni un golpe en el primer round frente a Estados Unidos y, ante cada batazo de sus rivales, sólo les quedaba rezar para que la paliza terminara de una buena vez. Cuba se despide del Clásico Mundial de Béisbol con la errada sensación de ser uno de los cuatro grandes del torneo cuando, en realidad, tuvo un papel común y corriente ante rivales de segunda línea dentro del concierto peloteril internacional.
El llamado #TeamAsere se va con un balance mediocre de 3-3 en el certamen, en el que venció a Panamá, Taiwán y Australia, pero cayó frente a Países Bajos, Italia y Estados Unidos. En el grupo clasificatorio A, todos terminaron con récord de 2-2 y sólo el diferencial de carreras le dio a Cuba el primer lugar, lo cual le permitió evitar al poderoso Japón en cuartos de final y chocar contra los australianos, a quienes derrotaron con apuro, con cerrado margen de 4-3.
A la única potencia beisbolera que enfrentó la selección cubana fue a Estados Unidos y el resultado de 14-2 fue un contundente golpe que esfumó la nube de excesivo optimismo en la que se montaron tanto los fanáticos de la isla, como los dirigentes políticos del régimen, incluido el gobernante Miguel Díaz Canel, en medio de una campaña para mostrar una supuesta unidad en torno al #TeamAsere. Los estadounidenses, campeones de la edición anterior del WBC en el 2017, quedaron listos para tratar de refrendar su corona ante el ganador de la segunda semifinal, que disputan este lunes los japoneses y los mexicanos.
El zurdo Patrick Sandoval, quien juega en las Mayores para los Angelinos de Los Angeles, fue la designación del manager Benji Gil para abrir el crucial encuentro por la selección azteca. Sandoval, de 26 años, lleva cuatro temporadas en el mejor béisbol del mundo, donde exhibe foja de diez triunfos, 24 derrotas, y efectividad de 3.70 en 63 partidos, 56 de ellos como iniciador.
México ganó el grupo C, que se disputó en Phoenix, Arizona, al terminar con récord de 3-1, mientras que el cuartos de final eliminó a Puerto Rico en gran partido que terminó con score de 5-4.
Por su parte, el derecho Roki Sasaki, de 21 años, subirá a la lomita por los nipones. Ostenta la marca del pitcheo más veloz hecho por cualquier lanzador japonés, con 102.4 millas por hora y podría convertirse en breve en la próxima estrella de su país en llegar a las Ligas Mayores de Estados Unidos. En abril del año pasado, con su equipo Chiba Lotte Mariners, Sasaki lanzó un juego perfecto, en el que propinó 19 ponches. Pero más allá de Sandoval y Sasaki, los ojos estarán puestos sobre Randy Arozarena y Shohei Ohtani, quienes han sido, junto al campocorto estadounidense Trea Turner, los jugadores más sobresalientes de este WBC.
Arozarena, el Charro de Vueltabajo, suma ocho hits en 17 turnos (.471), con cinco dobletes, un jonrón y nueve carreras impulsadas, además de ser el autor de la que viene siendo la jugada defensiva del torneo. Ohtani ha estado inmenso, tanto con el madero, como desde el montículo. Al bate, lleva de 16-7 (.438), tres biangulares, un cuadrangular y ocho remolcadas, mientras que como pitcher, en dos aperturas ostenta marca de 2-0, con diez ponches en 8.2 entradas de actuación. Japón, campeón de las primeras dos ediciones del WBC, en 2006 y 2009, sale como favorito para vencer a México y avanzar a la final del martes frente a Estados Unidos.
Cuando las selecciones Cuba y Estados Unidos disputen la primera semifinal del Clásico Mundial de Béisbol (WBC) este domingo, en Miami, será un día de muchas primeras veces. Nunca antes ambos equipos se han enfrentado en las cuatro ediciones anteriores del WBC. En el 2006, a los estadounidenses los eliminaron en segunda ronda, cuando Cuba llegó hasta la finl, mientras que en el 2009, 2013 y 2017, fueron los cubanos quienes no pasaron de esa fase. Nunca antes, en más de seis décadas, una selección cubana jugó en Miami, la ciudad que alberga la mayor cantidad de exiliados de la isla. Lo más cerca que estuvo alguna vez de jugar en Miami un equipo cubano fue en 2021, en el torneo clasificatorio para los Juegos Olímpicos, que se disputó en West Palm Beach, unas 80 millas al norte de la Capital del Sol, ocasión que tres jugadores aprovecharon para abandonar el equipo y quedarse en Estados Unidos. Dos de ellos, el pitcher Andy Rodríguez y el segunda base César Prieto, ya tienen contratos profesionales y forman parte de las organizaciones de los Rangers de Texas y los Orioles, respectivamente.
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En 1991, la selección hizo una breve escala en el Aeropuerto Internacional de Miami, cuando iba de Tennessee a La Habana, y el pitcher René Arocha se convirtió en el primero en 30 años en escapar del equipo. Arocha llegó a jugar en Grandes Ligas, y con ello abrió el camino a cientos de compatriotas que siguieron sus pasos. Nunca antes una selección cubana enfrentó un trabuco compuesto por estrellas estadounidenses en las Grandes Ligas. Lo más parecido fue cuando, en 1999, los cubanos celebraron dos partidos de exhibición ante los Orioles de Baltimore, y en 2016, durante el deshielo con Cuba propiciado por el presidente Barack Obama, los Rays de Tampa Bay disputaron un choque en La Habana. Fuera de eso, Cuba dominó por décadas el escenario beisbolero mundial con un equipo de profesionales de Estado, disfrazados de amateurs, ante jugadores universitarios de Estados Unidos.
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Cuando en 1962, el dictador Fidel Castro eliminó el profesionalismo en el deporte en Cuba, todo el talento beisbolero de la isla se concentró bajo el control estatal y sus triunfos, cada vez más fáciles en el ámbito internacional, eran usados como bandera para exponer la superioridad del deporte socialista en medio de la Guerra Fría. Ganarle a los americanos se convirtió en un acto de propaganda política del régimen, que escondía a los fanáticos del béisbol la realidad cualitativa de sus rivales. Este domingo, por primera vez, Cuba verá enfrente a una pléyade de estrellas como Mike Trout, Nolan Arenado, Paul Goldschmidt, J.T. Realmuto, Mookie Betts y Trea Turner, entre otros. Nunca antes fueron llamados a filas por las autoridades de La Habana peloteros que juegan en las Grandes Ligas y no están bajo el control de la Federación Cubana de Béisbol (FCB). No se trata de la primera vez que Cuba use profesionales en su selección nacional.
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Hace años ya, con Fidel Castro fuera de escena, las autoridades desterraron el “amauterismo” que tanto defendía el dictador y, en busca de conseguir ingresos para sus arcas, el régimen comenzó a exportar peloteros a la Liga Profesional Japonesa (NPB), con contratos en los que la FCB se queda con una parte del dinero. Esos profesionales de la NPB desde hace tiempo son convocados a la selección, prácticamente como un acto obligatorio.
Pero ahora, Luis Robert y Yoán Moncada, de los Medias Blancas de Chicago, se convirtieron en los primeros peloteros activos en MLB en vestir el uniforme de Cuba, junto a Roenis Elías, Yoenis Céspedes, Onelki García, Andy Ibáñez, Erisbel Arrebarruena, quienes han pasado por las Mayores, así como Miguel Romero, que se desempeña en Ligas Menores.
Por décadas, el régimen cubano llamó "desertores, traidores y apátridas" a estos peloteros que se iban del país en busca de perseguir sus sueños de jugar en Grandes Ligas.
Noticiero Deportivo conducido por José "Pepe" Lacayo. De lunes a viernes a las 6 pm.
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